Basada en las memorias de Dmitri Shostakovich (1906-1975) editadas en 1979 con el título de Testimony por el periodista y musicólogo Solomon Volkov (1944), la película Testimony: The Story of Shostakovich fue realizada en 1988 por el prolífico cineasta y director teatral y de ópera británico Tony Palmer (1941), cuyo trabajo detrás de la cámara se ha centrado en la creación de documentales sobre grandes personalidades del rock (The Beatles, Jimi Hendrix, Frank Zappa, Leonard Cohen) y la música clásica (Maria Callas, Giacomo Puccini, Margot Fonteyn, Igor Stravinsky, Richard Wagner, Hector Berlioz, Yehudi Menuhin, Carl Orff, Ralph Vaughan Williams, entre otros).
Filmado en blanco y negro con fragmentos en color, Testimony: The Story of Shostakovich es un extenso (dura dos horas y media) y fascinante retrato que plasma de manera acertada la relación existente entre la creación musical del gran compositor ruso Dmitri Shostakovich y el convulso momento histórico que le tocó vivir. Rehuyendo la estructura tradicional del documental biográfico, Tony Palmer apuesta por una sucesión de episodios ordenados cronológicamente en los que el punto de vista personal y los recuerdos de Shostakovich se entrelazan con fragmentos de noticiarios de la época y desgarradoras escenas de las dos guerras mundiales y las purgas políticas de Iósif Stalin (1878-1953), sanguinario dictador que se convirtió en verdadera némesis no solo de Shostakovich y de la intelligentsia rusa de su momento, sino de todo el pueblo soviético.
El tema central de la película es la lucha interna y el desgaste emocional de un compositor que tuvo que doblegarse ante la autoridad y soportar humillaciones para sobrevivir, pero que no sacrificó su integridad como artista. Y en ese aspecto la actuación del galardonado actor británico Ben Kingsley como Dmitri Shostakovich resulta magistral: conforme avanza la película lo vemos metamorfosearse de un tímido joven de paso ágil y con un aire de irónico desinterés a un solitario viejo de paso vacilante, atormentado y consumido por el miedo constante, cuya mirada refleja el terrible vacío de quien ha visto la vida desmoronarse frente a sí. Por su parte, el actor británico Terence Rigby encarna a un Iósif Stalin de sobrecogedora presencia, casi siempre silencioso pero cuya sola mirada basta para ponerle los pelos de punta al más pintado.
Para el amable espectador que no conozca la vida del compositor, Testimony: The Story of Shostakovich es una buena introducción. Quien haya leído ya una o varias de las biografías sobre él se deleitará con las inteligentes referencias anecdóticas y la aparición de conocidos personajes: el compositor Aleksandr Glazunov (amigo de la familia Shostakovich y maestro de Dmitri), el director teatral Vsévolod Meyerhold (con quien Shostakovich trabajó en varias obras teatrales), el compositor Aram Khachaturian (acusado, junto con Shostakovich y otros compositores, de hacer música burguesa y antirrevolucionaria por el Comité Central del Partido Comunista), el escritor H. G. Wells, la poeta Anna Akhmatova, el controvertido poeta y dramaturgo Vladimir Mayakovsky (a quien Shostakovich admiraba hasta que se conocieron en persona), el poeta Ósip Mandelshtam y el escritor André Gide. La interpretación de la música de Shostakovich corre a cargo de la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la batuta de Rudolf Barshai (1924-2010).