En 1982, en el marco del centenario del nacimiento del gran compositor ruso Ígor Stravinski (1882-1971), el prolífico cineasta británico Tony Palmer (Benjamin Britten: A Time There Was…, Wagner, Puccini, Georg Friedric Händel, Testimony: The Story of Shostakovich, Maria Callas: La Divina, entre muchos otros trabajos) estrenó el espléndido documental Stravinsky: Once at a Border..., que ahora, con motivo del quincuagésimo aniversario luctuoso de este importante artista que revolucionó la música del siglo XX, ofrecemos a nuestros amables lectores.
Con casi tres horas de duración, Stravinsky: Once at a Border… es quizá el documental más completo sobre la vida y obra de Ígor Stravinski. Estructurado en orden cronológico, el filme se divide claramente en dos partes: la primera centrada en los años del compositor en su patria, luego en Suiza y en París [es la vertiginosa época de los Ballets Rusos, compañía para la que Stravinski compuso El pájaro de fuego (1910), Petrushka (1911), La consagración de la primavera (1913) y Las bodas (1923)], y la segunda enfocada en su estancia en Estados Unidos, a donde llegó en 1939 y donde permaneció hasta su muerte [es la época de la transición de su etapa neoclásica al serialismo, con obras como la Polca de circo para un elefante joven (1942), la Sinfonía en tres movimientos (1946) y la Cantata sobre textos anónimos ingleses de los siglos XV y XVI (1952)]. Pero no se trata únicamente de un retrato biográfico riguroso y minucioso del músico, sino también de un inteligente acercamiento a su época y su entorno artístico, y para ello resulta fundamental el hábil entrelazamiento que Tony Palmer hace del valioso material de archivo (grabaciones de audio y video, fotografías y documentos hasta entonces inéditos) proporcionado por Vera de Bosset (1889-1982), segunda esposa de Stravinski, y por el director de orquesta Robert Craft (1923-2015), amigo íntimo del compositor, con las interesantes entrevistas a familiares, colegas, colaboradores y amigos, y —sobre todo— la presencia del propio compositor, que nos conduce a través de su vida evocando recuerdos, narrando anécdotas (nos enteramos, entre otras cosas, de que amaba a los animales, disfrutaba con enorme placer sus “tragos” y llevaba siempre consigo una baraja, una pequeña libreta con pentagramas y un montón de gomas), trabajando en su casa y dirigiendo orquestas.
Entre las personas que desfilan por esta fascinante película para dar testimonio de sus relaciones y encuentros con este notable artista que se definía a sí mismo como inventor de música, no como compositor, se encuentran el bailarín y coreógrafo Serge Lifar (1905-1986) —que en la década de 1920 fue uno de los principales bailarines de los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev—, Boris Kojnó (1904-1990) —secretario y colaborador de Diáguilev en esos mismos años—, tres de los cuatro hijos de Stravinski —el pianista, compositor y musicólogo Soulima Stravinski (1910-1994), el pintor Théodore Stravinski (1907-1989) y María Milena Stravinski (1914-2013)—, los ya mencionados Vera de Bosset y Robert Craft, el coreógrafo George Balanchine (1904-1983), el pianista y compositor Jean Wiener (1896-1982) —gran promotor de la obra de Ígor Stravinski—, la bailarina Kyra Nijinsky (1914-1998) —hija del legendario bailarín y coreógrafo Vaslav Nijinsky (1889-1950)—, la bailarina y pedagoga Marie Rambert (1888-1982) —quien participó en el estreno de La consagración de la primavera en 1913—, las bailarinas Alexandra Danílova (1903-1997) y Tamara Geva (1907-1997), los compositores Georges Auric (1899-1983) y Alexei Haieff (1914-1994), la legendaria pianista, compositora y pedagoga Nadia Boulanger (1887-1979), el inclasificable artista Jean Cocteau (1889-1963) —quien escribió el libreto de la ópera-oratorio Œdipus Rex (1927)—, el compositor y escritor Nicolás Nabokov (1903-1978) —amigo de Stravinski— y el musicólogo Mikhail Druskin (1905) —biógrafo de Stravinski—.
Por supuesto, la música de Ígor Stravinski se encuentra presente a lo largo de todo el documental en impecables interpretaciones a cargo de distintas orquestas, ensambles y solistas (la Orquesta Sinfónica de Londres, la London Sinfonietta, la Orquesta Sinfónica de la Radio Estatal de la URSS, el coro de la Abadía de Westminster, el Coro Estatal de Letonia y la violinista coreana Kyung Wha Chung, entre otros), y aquí también encontramos deliciosas sorpresas [por ejemplo, el fragmento de Las bodas con su orquestación y coreografía originales —esta última a cargo de Bronislava Nijinska— y la recreación de las coreografías originales de Michel Fokine para Petrushka y El pájaro de fuego a cargo del Ballet Bolshoi] además de momentos inolvidables [como la emotiva secuencia que aborda la muerte de la hija mayor de Stravinski, Ludmila Mandelstam (1908-1938), con la música del Concierto para violín (1931) como fondo] y un majestuoso final que es realmente de antología. Disfrute nuestro amable lector esa monumental obra que es Stravinsky: Once at a Border…