El famoso cuadro de Mozart tocando el piano con su hermana Nannerl ilustra muy bien la aproximación lúdica a la música para cuatro manos que conoció desde su infancia. A través de documentación de la época, sabemos que ambos hermanos acostumbraban tocar juntos con mucha frecuencia. Sin embargo, la producción mozartiana para piano a cuatro manos o para dúo de pianos apenas supera la media docena de obras, concentradas en distintos periodos de su carrera creadora. Quizá el aspecto más interesante de este pequeño corpus es la posibilidad de aplicar al teclado una escritura propia de los géneros sinfónicos.
Anastasia y Liubov Gromoglasova, piano
Este aspecto es ya patente en la Sonata K. 381 y en la Sonata K. 358, ambas de una fecha relativamente temprana, pues fueron compuestas en Salzburgo entre mediados de 1772 y principios de 1774. El especialista en Mozart, Alfred Einstein veía en la primera sonata una sinfonía italiana reducida al piano. En realidad los primeros compases de ambas sonatas muestran un gesto musical típicamente sinfónico que delata de inmediato la concepción orquestal de esta música pianística: una especie de tutti en el que las cuatro manos van al unísono presentando un tema basado en un motivo que combina grados conjuntos con arpegios sobre el acorde de tónica. Además, el resto de los movimientos contienen pasajes en los que se alternan tutti y soli, una textura típicamente concertística trasplantada a este género. La finalidad esencialmente doméstica que parecen tener estas obras explica que Mozart no las publicara hasta 1783.
Ozgur Unaldi, Gokhan Aybulus, piano
Mozart no volvería a componer música para piano a cuatro manos hasta el verano de 1786, cuando escribió la hermosa Sonata KV 497, a la que siguió la Sonata KV 521 en la primavera siguiente. Última obra para piano a cuatro manos, esta sonata muestra –como cabe esperar de un compositor plenamente maduro– una concepción más sofisticada en el tratamiento de los motivos, que no quedan recluidos a la parte más aguda, sino que son transferidos a los distintos registros del teclado. Además, la notable dificultad técnica de esta composición revela la considerable destreza técnica que tenían las mujeres de la nobleza, habituales destinatarias de estas obras.
Julius Kim, Tae Hyung Kim, piano
Fuente: Integral de sonatas para piano de Mozart, Fundación Juan March 2011.