Son Jarocho como género musical

Son Jarocho como género musical

La importancia del son jarocho en el tejido social de Veracruz. O como al tocar Son jarocho siento que no canto solo.

Este artículo has sido escrito por Rolando Maroño. Para Planeta Musik ha sido un placer compartir este gran trabajo. Si quieres seguir a Rolando en las redes, aquí tienes su perfil de Instagram: https://www.instagram.com/roly_marono/

Nací en el puerto de Veracruz una calurosa madrugada de agosto de 1994. Mi mamá me dio a luz en esta tierra y automáticamente adquirí una identidad: Jarocho. Soy Jarocho, ¿Pero qué significa eso?

A los 18 años me mudé a Puebla y durante 8 años, visitaba Veracruz sólo un par de días. Dos semanas a lo más en vacaciones. Ahora, por pandemia y otras decisiones que tomé, llevó un año viviendo en el Puerto de Veracruz, en casa de mis padres y rodeado de la familia que dejé de ver con frecuencia durante un tiempo.

Hace un par de meses, en enero para ser exacto, el Son Jarocho comenzó a bombardearme. Soñaba con canciones y con bailes, despertaba y me aparecían recomendaciones en las redes sociales, bajaba a desayunar y mi mamá ponía algunas canciones tradicionales de Veracruz. Salía a la calle y veía jaraneros echando un son. ¿Qué haces cuando parece que la vida te está enviando señales? Las obedeces. Así que le pedí a un amigo que tocaba Son que me pasara una lista de reproducción y me puse a estudiar. Conseguí una jarana y comencé a aprender. Traté de escribir mis propias versadas. Pasé horas escuchando Son y leyendo versos. Hablé con artesanos y viajé a Tlacotalpan. Si la vida me daba Son, lo iba a tomar de lleno.

Hoy en la mañana platicando de mi excursión de ayer a Tlacotalpan en el desayuno, mi papá me sugirió que escribiera algo sobre eso, sobre mi plática con el maestro Julio Corro, sobre el legado de Don Cirilo Promotor. Pero también quiero escribir sobre cómo a través del Son descubrí mi identidad como Jarocho, sobre como cuando canto Son, no canto solo, porque la voz de todos los jarochos, canta conmigo.

I) La Luna de Plata y el alma de Pirata

Veracruz. Llamado el primer municipio de América, el lugar por donde Cortés entró a México. Una ciudad colonial portuaria y amurallada. Mi mamá me contaba que su abuela le contaba que los piratas venían y se robaban a las mujeres. El lugar donde el famoso corsario Francis Drake perdió una batalla y se retiró permanentemente. La ciudad que es cuatro veces heroica aunque la mayoría de los habitantes no te pueda decir con exactitud cuáles fueron esas cuatro batallas.

En 2019 se cumplieron 500 años de la fundación de esta ciudad, convirtiéndola en la ciudad más vieja del país. Y si paseas por el centro, lleno de arquitectura colonial, verás su deterioro y abandono. Porque Veracruz fue bendito con cultura e historia pero maldecido con malas administraciones, personas que no tienen aprecio por un legado y un salitre producto del mar que acaba con cualquier construcción a la que no se le de mantenimiento.

Esta es la ciudad en la que nací y de la cual no me sentía realmente orgulloso hasta hace poco.

Es la bamba señores

La melodía

Que nos pone en el alma

Luz y alegría.

-La bamba (Dominio Público)

II) Jarocho, a huevo. A huevo Jarocho.

Si naces en el puerto de Veracruz, automáticamente eres Jarocho. En el resto del país se le identifica con ese mote a cualquiera que venga de Veracruz, pero los nacidos en el Puerto sabemos que Jarocho es quién nace en esta costa, con esta sal y estos volovanes de Jaiba; nada más.

El jarocho es pícaro, mal hablado y alburero. Pero eso lo hace sincero, cálido y una persona abordable. Si tu hace una fila en el Puerto, hablarás con las demás almas condenadas a la misma sentencia que tu. Hace unos días el cajero del Oxxo me albureó mientras compraba un refresco y unas papas. ¿Qué se hace en esos casos? Se le alburea de regreso. Un Jarocho conoce el doble sentido al derecho y al revés, y lo usa constantemente pero nadie se ofende, todos reímos.

El calor de Veracruz, intenso y húmedo, hace que nos guste echar la cerveza, descansar en la sombra y ser muy poco productivos después de comer.

Un poco flojo, muy cálido, muy pícaro, muy amable. Ese es el Jarocho y si naciste aquí, tendrás esa identidad automáticamente. Pero es importante ahondar en eso, tratar de indagar en la historia y encontrar qué dice de mí haber nacido aquí, haberme criado en esta tierra, ¿Cómo me define?

Llevas apenas

Un vestidito

Y entre las piernas

Un borreguito

-El borreguito (dominio público)

III Si no es música, entonces ¿Qué es?

Si digo que el Son Jarocho es sólo música, estaría quitándole muchas características importantes.

Si, es una expresión musical que se origina en Veracruz.

Es el producto del encuentro de tres culturas. Tiene influencias Españolas en los instrumentos, la manera en la que se rasguean las jaranas con su característico “floreo”, asemeja al estilo y ritmo del Flamenco. Pero al mismo tiempo esa influencia Flamenca es producto de una fusión entre españoles y árabes. También tenemos ritmos afrocaribeños, cubanos y afroantillanos; que le dan vida y sabor al son. Y la cultura indígena mexicana, con sus vivencias y costumbres alimentan el imaginario de los versos que acompañan la música y le dan la vida del pueblo.

Es legado artesanal. Los instrumentos se hacen a mano con técnicas que se han pasado de generación en generación. Con la música le damos vida a los recuerdos y las almas de esos artesanos que han perdido sus nombres, pero que nos dejaron sus técnicas y memorias.

Es fiesta. El Son Jarocho no se puede entender sin el baile, sin la fiesta, sin el compartir, sin las risas y los romances.

Y todo eso, es Veracruz también.

La petenera señores

Nadie la sabe cantar

Solo los marineritos

Que la cantan por la mar

-La petenera (Dominio público)

IV Las esculturas que hacen música

Hace un par de semanas llevé mi jarana a Puebla y mientras desayunaba se quedó en el coche. Cuando toqué la jarana, las cuerdas tocaban partes del brazo que no deberían y todas las cuerdas sonaban muteadas; si tuviera que describirlo con una sola palabra usaría fea, sonaba fea. Al observarla noté que el brazo se había torcido. Mis papás me preguntaron por qué le había sucedido eso si mi guitarra acústica se había quedado muchas veces dentro del carro en el sol de Veracruz y diez años después seguía tan recta como cuando la compré.

“Es que está hecha de una sola pieza, má, es como si la madera estuviera viva. Resintió el calor y ahora hay que enderezarla”

El Son Jarocho tradicionalmente se toca con varios tipos de instrumentos de cuerda denominados “Jarana”, las hay de tres tamaños siendo la jarana primera la más pequeña y la jarana tercera la más grande. Las tres tienen ocho cuerdas y es común que se confunda con el Ukulele Hawaiano al verla, al menos me pasa muy seguido con mi jarana primera. En su afinación se parece al Ukulele también, pero la jarana tiene dos cuerdas de cada nota; esto hace que el sonido sea mucho más rico y profundo, esta duplicidad le da el sonido característico costeño y rústico. Tradicionalmente también se usa un Requinto que es otro instrumento de cuerdas que se utiliza para añadir melodías al Son. Se puede incorporar un mosquito que también es de cuerdas pero su rol es resaltar el ritmo.

También se pueden añadir panderos, palos de lluvia, quijadas de burro, algunos tambores cubanos o africanos y otros instrumentos percusivos. Es común también que los Sones más producidos se acompañen de violines, arpas, marimbas, guitarra Leona y hasta un Cuatro Venezolano.

Las jaranas están hechas de una sola pieza de madera que es raspada y esculpida para darle la forma de pequeña guitarra. Las maderas pueden variar, dependiendo del presupuesto que se tenga pero suelen ser maderas de la región. Para tener una comparación, el cuerpo de la guitarra es una pieza, y el brazo es otra pieza. En la Jarana la cabeza, el brazo y el cuerpo son una sola pieza, lo que lo hace completamente artesanal.

Más que un instrumento, es una escultura. El artesano pasa horas dándole forma al pedazo de madera y lijando para adelgazar la madera y darle un acabado liso. Cuando cargué mi jarana por primera vez se sintió muy diferente a cargar una guitarra por ejemplo; definitivamente la Jarana tiene una energía, el alma del artesano que pasó a través de sus manos y recorre desde la cabeza hasta la caja.

Ayer le pregunté al maestro Julio Corro, el artesano que vació su alma en mi jarana, por qué este instrumento se fabricaba en una sola pieza. Me dijo que cuando los españoles llegaron con sus instrumentos, los indígenas no sabían que las guitarras eran fabricadas con piezas ensambladas, ellos dieron por hecho que había que esculpir la forma directamente en la madera y así lo hicieron, rascando con machetes y los instrumentos que tenían para ahuecar la madera. Y esta manera de fabricar los instrumentos nos brindó una posibilidad de sonidos y una labor artesanal que debe de ser patrimonio cultural mexicano.

Cuando toco mi jarana, revivo las manos del maestro de Julio, y de su maestro Don Cirilo, y de su maestro. Las almas de todos esos artesanos que pasaron de generación en generación la manera de fabricar estas esculturas que cantan música, y que sus nombres se han perdido, pero de alguna manera siguen aquí, vivas.

Voy a empezar a cantar

Este son del cascabel

A ver si puedo imitar

Como baila esa mujer

Y si no puedo llegar

Seguirá mi padecer.

-El cascabel (Dominio público)

De aquí hasta que me canse.

No podemos pensar el Son Jarocho como una canción popular, porque no tiene la misma estructura. A excepción de algunos géneros musicales como el Jazz y el Blues, la mayoría de los géneros presentan una estructura rígida donde el ritmo, la melodía, la armonía y la letra de una canción son rígidas. Si yo agarro una canción de Britney Spears y le cambio la letra, y muevo un poco la armonía, la gente podría decirme que estoy cantando una canción diferente.

El son es más bien un esqueleto y se espera que cada intérprete lo vista con su propia alma y su propia piel. Por eso no puedes encontrar una sola letra de cualquier son que sea igual. También por eso es común que en un fandango digan “vamos a echar una Bamba” y no digan “vamos a echar la Bamba” porque no existe una Bamba como tal, no hay una versión única, no hay una canción que todos se sepan sino una estructura que los músicos conocen y que usarán para retratar sus almas y sus sentimientos en ese momento.

A nivel estructura, lo único rígido en un son es el ritmo y el tema. Los acordes suelen ser sólo dos y la mayoría de los Sones los comparten, la música a nivel melodía y armonía no suelen ser complejas porque su rol es proporcionarles un lienzo a los jaraneros para improvisar versos y a los bailarines para zapatear. Como los acordes se repiten mucho, lo que diferencía la música de un Son a otro es el ritmo, y una de las pruebas básicas para un Sonero principiante es tocar la Guacamaya y el Butaquito, ambos comparten los acordes y sus figuras rítmicas son muy parecidas pero si logras hacer que cuando lo toques, cualquiera puede identificar si es la Guacamaya o el Butaquito, habrás entendido el Son y estarás listo para Sones más complejos.

Pasa la noche

Cruje el sereno

Suenan las notas

De aquel clarín

Canten y bailen

Con jaraneros

Con jaraneros

No tiene fin.

-El Son sin fin (Los cojolites)

VI De lo profundo de mi seso, te regalo este verso

“Mira má te voy a cantar mi estrofa favorita de La Bruja”

Me agarra la bruja

Me lleva al cerrito

Me vuelve maceta

y un calabacito

-La Bruja (Dominio público)

“¿Qué es eso? Si así no va”

Y esta conversación se repitió cada vez que le cantaba un son a mi mamá. Había versos que reconocía y ella cantaba otros que yo no conocía. Y por más que buscaba en Internet, y comparaba con las versiones que escuchaba, nunca encontré una letra que fuese exactamente igual a la que estaba escuchando. Siempre había variaciones y de una versión a otra había algunos versos que me gustaban y otros no. Empecé a seleccionar los que más me gustaban y a anotarlos en una libreta para así, resignado, tener mi propia versión de mis Sones favoritos.

Si el Son es un esqueleto con un ritmo y un tema, la piel serían los versos que la mayoría de las veces, son improvisados al momento. Cuando tocas Son Jarocho, la idea es que fabriques tus propios versos chuscos, románticos, tristes, albureros, etc. Lo que sea que estás sintiendo, que se lo cantes a los vientos. Por eso es imposible encontrar una versión específica de la letra de algún Son.

Ayer el maestro Julio Corro me prestó un libro que es una recopilación de 150 sones. La gran mayoría son de dominio público porque es muy difícil rastrear a sus creadores, aunque algunos versos están marcados por unas iniciales porque si se logró identificar a sus creadores, pero la verdad no son muchos. Al explorar el libro busqué algunos de los sones más conocidos, y no me sorprendió encontrar que La Bamba son casi cuatro páginas de tres columnas cada una. Y aunque se nota que fue una tarea muy exhaustiva, es imposible poder coleccionar todos los versos que se han improvisado para La Bamba, tendría que haber un escribano en cada fandango poniendo mucha atención a cada verso y registrándolo.

La parte rígida de un Son es el ritmo y el tema. Esto lo podemos notar en la gran mayoría de los Sones, cuyos nombres son una sola palabra, por ejemplo: La guacamaya, El Cascabel, El perro, La iguana, El presidente, etc. Al llamarlos con una sola palabra los volvemos más bien una categoría y no exactamente un nombre, al menos no como se entendería en una canción popular. Algunos Sones hablan sobre desamor como El perro, otros hablan sobre la alegría de ser Jarocho como la Bamba, otros hablan sobre reclamos políticos como El presidente, etc. Para tocar Son Jarocho es importante hacer la tarea y estudiar los temas de los Sones, para que cuando te toque improvisar en el fandango puedas hacerlo con fluidez. Algunos Sones también tienen personajes definidos por ejemplo El Colás, donde nos encontramos a Amanda Marcelina y a Colás, los versos que se improvisen para ese Son tienen que hablar del amor de pareja, de manera chusca si se puede y también es preferible que se usen esos personajes.

Los versos tienen métrica, la mayoría son figuras de la poesía del Siglo de Oro Español, como la décima, la seguidilla, la copla, la quintilla, etc. Pero a la hora de improvisar no es que estés contando las silabas, si no te dejas guiar por el ritmo de los versos, puedes escuchar lo que otros jaraneros están cantando y usarlos para armar tus propias creaciones.

Improvisar y fluir es una de las partes que más me gusta del Son Jarocho, porque puedo explorar y experimentar. Hace rato estaba jugando con La Bamba y me lancé una versada que duró un par de minutos donde le dedicaba esa bamba, con mucho corazón, a toda mi familia y me lanzaba a recitar el nombre de cada uno de mis familiares: abuelitos, tíos, primos, sobrinos, etc. Hay varios sones que tienen algunas versadas haciendo referencia a la longitud del Son: que ya están cansados, que está muy largo, que por favor termine. Mientras haya un jaranero ágil mentalmente, el Son puede seguir y seguir.

VII La fiesta del Pueblo

Puedes andar por el centro de Veracruz y escuchar un trío de Jaraneros presentar algún Son. Y seguro te parecerá bello, dirás: “Que bonito es Veracruz”. Te irás contento. Pero si quieres entender el Son como un fenómeno cultural, como un elemento fundamental del tejido social jarocho y no sólo como una canción o un espectáculo musical; tienes que asistir a un Fandango.

Si buscas la definición, encontrarás que es un baile español. Pero en Veracruz así se le conoce a la fiesta donde se toca Son Jarocho, Son Huasteco, Huapango y otros géneros tradicionales; se baila zapateado sobre tarimas de madera y se usan los trajes típicos. Es una fiesta donde no existen clases sociales ni razas, tampoco hay rigidez, cualquiera se puede unir con su jarana a interpretar los sones, cualquiera se puede subir a zapatear y a bailar. Es una fiesta de todos.

Es en esta fiesta donde el Son Jarocho explota al máximo todas sus características. Al tener una base rítmica definida y dos acordes sencillos, cualquier jaranero se puede subir a tocar con muy pocas instrucciones. Así puedes tener muchos músicos disfrutando al mismo tiempo. Al no tener una letra específica, cualquiera puede improvisar sus versos y se pueden ir turnando, cantando y contestando los versos que se improvisen. El no tiene una duración determinada, puede seguir y seguir mientras se sigan improvisando versos. Y mientras todo esto sucede en el apartado musical, algo muy parecido sucede en el baile. El Zapateado jarocho tiene una estructura rítmica de golpes definidas para cada Son y también tiene partes de interpretación como el Flamenco Español. Algunos Sones son para bailar mujeres, otros para hombres y otros para parejas; dependiendo de lo que se está tocando es como se baila pero la gente se adapta, improvisa y se une a esta fiesta como desee.

Es esta versatilidad lo que hace al pueblo Jarocho muy cálido y querido. La tradición del Fandango se ha ido perdiendo, al menos en las ciudades más grandes, pero puedo imaginar con facilidad lo importante que fue esta fiesta para hacer que los Jarochos se unieran, se conocieran y evidentemente se formasen parejas y amistades.

En el Fandango no importa si sabes bailar o si cantas bien, todos tiene su voz y la gente te puede enseñar a bailar para que te unas. Todos tienen en mente crear comunidad y se comparten las experiencias al momento para que nadie se quede fuera de la fiesta. Por eso el Son Jarocho no se puede entender si no se entiende el pueblo Jarocho y viceversa. Como género musical se puede refinar, se puede estandarizar, se le pueden añadir figuras modernas, acordes complejos y melodías nuevas, pero no será Son sino es el pueblo quien lo disfruta, quien lo llena de memorias y vivencias. No se puede entender la importancia del Son sino se participa en un fandango.

Puede que pienses que tener una canción con tantos músicos, tantas diferentes voces y tantos bailarines, que además se improvisa, podría ser algo difícil de organizar. Pero con el pasar del tiempo se han creado mecanismos y herramientas que permite la comunicación durante el Fandango. Herramientas de supervivencias básicas para disfrutar de esta fiesta. Por ejemplo, se suele abrir con el Son El Sisquisirí, porque su estructura rítmica permite medir a los distintos jaraneros en cuanto a sus registros, sus habilidades a la hora de tocar y su agilidad mental. Es con este Son que todos pueden escucharse mutuamente y establecer roles para las siguientes interpretaciones. No hay un líder, las decisiones se toman en conjunto entre todos y hay espacio para los más experimentados y los más novatos.

Que me gusta esa muchacha

Cuánto va que me la llevo

Ella me mira y se agacha

Y dirá que no me atrevo

A darle vuelo a la hilacha

-El buscapiés (Dominio público)

VIII Que se olvide mi nombre

Me gustaría escribir y componer Sones pero escribirlos no basta, como el maestro Corro me dijo ayer: “Un son no se vuelve Son hasta que el pueblo lo toma, lo improvisan en un fandango y se olvida tu nombre”.

Ay soledad, soledad

Soledad de cerro en cerro

Todos tienen sus amores

Y a mí que me muerda un perro

-El perro (Arcadio Hidalgo y Grupo Mono Blanco)

IX Es legado y otra cosita, ay arriba y arriba

Ayer fui a Tlacotalpan a recoger mi jarana porque el maestro Corro le había reparado su brazo torcido. Cuando le pregunté por qué creía que le había pasado me dijo que era porque la madera estaba viva, aunque no debía de haber pasado. Quedó como nueva y ahora está en observación, me dijo que la trate rudo que la enfríe y que la lleve bajo el sol, que debería de aguantar. La llamé Apapacho, y no me quisiera que me dieran una nueva, me gusta mucho como suena y después de casi cuatro meses de rasguear y explorarla todos los días, siento que mi alma también comenzó a mudarse a su caja.

El maestro Corro y yo tomamos una cerveza en un caluroso día en Tlacotalpan y pude hacerle muchas preguntas sobre el Son, su historia y cómo se volvió el renombrado artesano que es. En seguida su mente se fue a recordar a su propio maestro, Don Cirilo Promotor quien vivió hasta los noventa años y disfruto de una longeva vida haciendo lo que más amaba: jaranas y otros instrumentos. Me contó como empezó como aprendiz de Don Cirilo a los siete años, y como, honrando a su maestro, a corta edad empezó a ganar premios nacionales al artesano. También me habló de la falta de reconocimiento que hay para el Son y para los artesanos, como le tocó acompañar al maestro a tocar en distintos programas de televisión y ver cómo les pagaban una miseria. Quizá, para que el Son no muera, se tendría que poder vivir de él. Quizá.

También platicamos sobre lo triste que es que estas tradiciones, esta cultura, se esté perdiendo lentamente. Tal vez en Tlacotalpan es diferente, pero en el Puerto el Son es cada vez menos común. Me hubiera gustado haber aprendido todo esto antes, me hubiera gustado ir cada dos de febrero casi religiosamente a la fiesta de Candelaria en Tlacotalpan para poder echar el Fandango a gusto. El maestro me comenta que se están movilizando para que se vuelva una materia obligatoria aprender zapateado, Son, versar, etc.

Quizá cuando era pequeño me hubiera molestado que me obligaran a aprender las tradiciones de Veracruz, pero ahora lo valoro mucho. Y creo que la diferencia radica en cómo se le enseña a los niños, habría que crear herramientas para hacerles atractivo aprender sobre sus tradiciones, que se den cuenta de lo importante que es no dejar que todo esto muerta, porque de cierta manera, por el simple hecho de nacer aquí, nos define.

Cantar Son jarocho nunca es una tarea solitaria. No importa si estoy en mi cuarto, con mi jarana, las voces del maestro Corro, del maestro Don Cirilo, de todos sus maestros y de todos mis antepasados que si danzaron en Fandangos, que se enamoraron en una de esas fiestas, que preservaron mi vida sin saberlo en el mero calor improvisado de una húmeda noche jarocha.

Cuando canto Son, todos los jarochos cantan conmigo.

Pobrecita guacamaya

Ay que lástima me das

Si te cortaron las alas

Ahora cómo volarás

-La guacamaya (Dominio público)

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