Lo prometido es deuda, por lo que aquí seguimos reseñando el documental de Netflix “Rompan todo”, el cual intenta dar un repaso lo más completo posible a la historia del rock latinoamericano. Veremos si puede seguir en esa línea.
Como cualquier reseña musical, el primer capítulo trató del génesis del género en nuestras tierras. La influencia norteamericana y la musicalización logró contagiar nuestra sangre latina, sin embargo, esto es Latinoamérica, y claramente en algún momento música y política tenían que cruzarse.
Este segundo capítulo de nombre “La represión” me hizo recordar que, para entender el rock latino y su idiosincrasia, se debe conocer el hippismo y su influencia en una juventud que empezaba a vivir el inicio de una década donde lo más natural era tener un militar rompiendo la puerta de tu palacio de gobierno. Hablo de los setentas.
Efectivamente, el rock se nutre de mucho de lo que la cultura hippie ofrecía al mundo: una revolución sexual y antisistema.
Este movimiento nos trae a la memoria importantes manifestaciones y eventos culturales, entre ellos el recordado Avándaro, el “Woodstock” mexicano. Un evento de total desenfreno, donde la frase “drogas, sexo y rock and roll” calzaba como horma en zapato. En esta línea, el documental nos da una pequeña reseña de los pilares del hippismo en Sudamérica, como Los Jaivas o Billie Bond. Así también, el nacimiento de la indiscutible primera gran banda argentina de la historia: Sui Generis, el impacto cultural de sus producciones, especialmente del tema “canción para mi muerte” y su despedida en el legendario Luna Park. Si había una banda imposible de dejar de lado en un documental de rock en español, ese era el dúo Mestre-García.
Con el hippismo se disfrutaba, pero no se combatía, y Latinoamérica no es Estados Unidos. Y es aquí donde las cosas se ponen realmente feas. Desde intentos de censura en medios de comunicación, hasta “desapariciones” de artistas en plenos regímenes. El rock latinoamericano ha sabido lo que realmente es la censura. Repasamos desde el rock contestatario de Pescado Rabioso, así como las letras de Víctor Jara, reconocido cantautor chileno que supo convertirse en la voz del pueblo, la voz de las protestas. Una voz que sigue hasta hoy y que fue silenciada en vida por el abuso del gobierno de Augusto Pinochet, siendo esto quizá el acto terrorista más crudo al que se enfrentó, más que el género en sí, una generación de jóvenes que no estaban dispuestos a callar, a pesar de las constantes represalias militares.
Por supuesto, no se podía pasar por algo la salvaje cacería en el gobierno argentino de Videla. Es escalofriante escuchar a León Gieco cuando comenta que sufrió amenazas de muerte por su tema “Solo le pido a Dios” o a Ricardo Mollo comentar como vio a sus amigos y compañeros en la música cayendo uno por uno, desapareciendo sin volver a saber nada de ellos.
“Los milicos nos hacían tocar al frente de ellos para confirmar que no éramos una reunión de subversivos, y tocábamos con un público verde y era de los más terrorífico (…) tuve amigos que nunca más los volví a ver”.
Antes de pasar al otro punto que toca el documental, considero que en este tema se pudo ahondar más en otros casos latinos de represalias y censuras a la expresión popular. Creo que se redundó mucho en las persecuciones policiales en México, la cual ya se había comentado en un inicio, y se dejó de lado eventos como la dictadura militar en Perú la cual se le atribuye como el principal motivo por el que el país incaico no pudo desarrollar una escena rockera como el de sus vecinos de la zona a pesar de contar con bandas tan geniales como Los Saicos. En Perú realmente se silenció la música, y al igual que en México y en todos los demás países, también había persecuciones. Asimismo, se repasa de manera rápida el episodio chileno cuando también tenía mucho más que contar como el exilio que sufrieron bandas como Illapu o la lucha fuera del país por parte de Quilapayún.
Y bueno, otro punto muy a favor del documental es la importancia del rock fusión en América. Somos un pueblo lleno de cultura, y es realmente genial conocer a las bandas que se atrevieron a experimentar incorporando el sonido oriundo de sus países y creando música totalmente nueva e identitaria. Arcoíris en Argentina o Los Jaivas en Chile son quizá los referentes principales de esta nueva sub rama dentro del mismo género. Tendencias que desde esos años han sido adoptadas años más tarde por otros grupos que han sabido pintar el rock con los colores de sus banderas. Ejemplos que se me ocurren son Aterciopelados en Colombia, o bandas como Los Mojarras o Uchpa en Perú.
En general, un capítulo muy bueno, el cual inevitablemente tendrá mucho tinte político, y aunque pueda ser pesado para algunos, es totalmente indispensable conocerlo y estudiarlo para entender a fondo la mística que el rock latino guarda. Mientras tanto, esperen la reseña del tercer capítulo que ya he visto un adelanto y habla de Los violadores y la influencia punk, por lo que no puedo esperar a escribir al respecto.
Sigue leyendo la reseña en el capítulo 3
Escrito por: Néstor Raúl Ríos Peralta