Pasamos la mitad del minidocumental y bueno, partimos de donde culminamos el capítulo anterior, con Soda.
Como lo comentábamos anteriormente, coincidimos con Netflix en que es la “sodamanía” el inicio de la industrialización del rock en nuestro idioma. Fue la ventana por donde muchos grupos tuvieron la posibilidad de plantarse frente a un público, no de 80 personas en el sótano de un bar en Buenos Aires, sino frente a cientos en un coliseo, coreando sus temas. El rock en los ochentas vivió su mejor época.
Soda fue el que llevaba la bandera del género, y rápidamente el rock argentino alcanzó una popularidad (en la zona) a la par de los grandes exponentes del rock y pop anglosajón. Grupos como Enanitos Verdes, Miguel Mateos, Los abuelos de la Nada, Virus, entre otros, logaron conseguir el éxito fuera de sus fronteras. En esa misma época se vivió una verdadera revolución musical en el continente. Cada país quería tener su Soda y muchos grupos fueron altamente influenciados por la escuela argentina.
En el documental se menciona algunos ejemplos como Fobia, La Maldita Vecindad o Caifanes en México, pero se omite muchos otros que fueron reales precursores en sus países. Me hubiese gustado que se hable algo más a fondo de esta influencia que la “sodamanía” desató en los demás terrenos, y esto porque es sin lugar a dudas uno de los momentos más importantes y por el que el rock latino logró llegar a lo más alto. Grupos como Jas en Perú o ADN en Uruguay son parte de esta revolución.
Aplaudo mucho que se haya hecho mención, aunque fuera más corta de lo que me hubiera gustado ver, de la importante escena del rock y sobre todo del metal colombiano (especialmente en Medellín, quizá la ciudad más metal de Sudamérica por los representantes que tuvo). Definitivamente fue un gusto poder oír algo de Kraken o La Pestilencia. Le doy una mención especial a Masacre, legendaria banda de Medellín que supo darnos el death metal en castellano más crudo de su época. Hubiese sido genial incluso hablar del movimiento del death metal que oscureció América Latina en esos años siendo el ya mencionado Masacre, Pentagram (Chile) o Mortem (Perú) 3 de los más importantes referentes. Sin embargo, claro, eso será para otro documental, algo más extremo.
Otro acierto fue sin lugar a dudas la mención de las bandas españolas que anclaron en esta parte del mundo para “conquistar” América nuevamente, pero esta vez con un rock que sorprendentemente tenían más de Soda que de Dylan a pesar de las distancias. Grupos como Los Toreros Muertos, Radio Futura, Hombres G o La Unión, por decir algunos nombres, terminaban por confirmar que el rock en castellano era un género totalmente distinto a cualquier otro y que, a pesar de las diferencias culturales, nos podíamos entender perfectamente, le cantábamos muchas veces a los mismo y jamás nos sentimos más hermanados en la historia a pesar de pertenecer a continentes distintos.
Pero si había una banda que realmente cantaba por nosotros era sin dudas Los Prisioneros. La banda chilena por excelencia. Si en Argentina había grupos perseguidos por la dictadura de su país a causa de ser posibles “revoltosos”, pues Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia te cantaban “¿Por qué no te vas del país?” en pleno régimen Pinochetista.
Hasta el momento de lo que va del documental, es Los Prisioneros la banda más transgresora que se ha visto en el género. Temas como “Sudaca” o “Quién mató a Marilyn” era lo más políticamente incorrecto que se podía escuchar, no solo en Chile, sino en todo habla hispana en plena época donde el autoritarismo reinaba en el continente. Todo esto mientras se burlaban en sus instrumentales y letras de artistas más glorificados como The Beatles o Elvis Presley y todo lo que se consideraba “musicalmente intachable”.
Si Soda Stereo puso la imagen y la receta del éxito, Los Prisioneros pusieron la actitud, la transgresión y todo lo que amamos de ser latinos. Personalmente considero a Los Prisioneros la banda más importante de la historia del rock latino, solo por detrás de Soda, por todo lo que significó para una generación que dejaba de temer a la represión y empezaba a levantar su voz de protesta. Es por eso que en cada manifestación siempre se escuchará un tema de los Santiaguinos.
Sigue en el capítulo 5
Escrito por: Néstor Raúl Ríos Peralta