El legendario músico madrileño cedió gran parte de su modestia y todo su arte, en el mítico Café El
Volander de Valencia el pasado 27 de diciembre, subido a su guitarra y embarcado en su gira ruta
52, la que no parece vislumbrar el final del trayecto fácilmente.
Es conocido por todos que los discos de Joaquín Sabina tomaron una presencia más importante
cuando Pancho Varona se incorporó a su banda, los trabajos quedaban más redondos, el flaco había
ganado cierto empaque.
La noche de música cojonuda, fue aderezadas con anécdotas e historias rockeras íntimas y
entrañables.
Recuerdos desprendidos del propio artista de manera sensible e inherente con su
particular forma de dilucidar historias, como el relato de Varona que protagonizaba nuestro querido
y tristemente desaparecido Manolo Tena, aquella narración emocionó, sin posibilidad de aferrarte a
otra cosa que a esa grata conmoción.
Pancho Varona posee un bagaje extraordinario como pocos músicos atesoran en España, sus
canciones y trayectoria lo demuestran de manera contundente.
Burguitos destrozó el hielo antes de que Pancho subiera al escenario, pero como la noche iba de
broche en broche no podía faltar algún regalo en estas fechas. La sorpresa incluía en el escenario la
colaboración de Santero y Los Muchachos grupo de referencia del rock and roll valenciano en estos
momentos, que interpretaron con él dos canciones. Una gran noche en un lugar increíblemente
cercano como es el espacio de cultura El Volander.
Pancho Varona un hombre entrañable y querido por todos, dejó una inmejorable noche sabinera,
aunque eso mismo se dijo de las dos noches anteriores que visitó la ciudad del Turia.
Solo el cuerpo celeste se perdió el concierto, pero ya se sabe . . . peor para el sol.