Intentando evitar influir sobre la forma en que cada persona pudiera entender sus Preludios para piano, el compositor francés Claude Debussy (1862-1918) colocó los títulos al final de cada pieza con el objeto de permitir a cada ejecutante y escucha crear sus propias impresiones. También, en algunas de estas obras, puso la indicación de que se interpretaran entre quatre-z-yeux (literalmente, “entre cuatro ojos”), esto es, de una manera íntima y privada. Y esa es la manera en que las aborda el pianista y director de orquesta argentino Daniel Barenboim (1942) en el espléndido documental Debussy: Entre Quatre-z-Yeux, dirigido en 1999 por el cineasta alemán Paul Smaczny (1957).
Conocido por sus filmes sobre el mundo de la música de concierto —Claudio Abbado: The Silence that Follows the Music (1996), Multiple Identities: Encounters with Daniel Barenboim (2002), El sistema (2008), John Cage: Journeys in Sound (2012) y Gidon Kremer: Finding Your Own Voice (2018), entre otros—, en Debussy: Entre Quatre-z-Yeux Smaczny toma como eje narrativo el primer libro de Preludios para hacer un interesante análisis de la obra y el genio creativo de Claude Debussy. Así, en una refinada atmósfera íntima creada por la estilizada fotografía y el admirable entorno modernista del Instituto Pere Mata de Reus, Daniel Barenboim se esfuerza por plasmar con palabras la compleja y evanescente esencia de las doce piezas que forman el primer libro de Preludios para después obsequiarnos con una tan sutil como elegante interpretación de cada una de ellas, buscando ejemplificar la idea planteada. La lectura de fragmentos de poemas que de alguna manera motivaron la creación de estas piezas, así como las descripciones que el propio Debussy hace de la naturaleza como una de sus principales fuentes de inspiración y la aparición de imágenes como un paisaje nevado, viejas fotografías, una bailarina solitaria y un par de distantes jugadores de ajedrez refuerzan los planteamientos propuestos. A la par, surge ante nosotros un retrato de Debussy elaborado a partir de los comentarios y recuerdos de algunos de sus contemporáneos —por ejemplo su “colega” Erik Satie (1866-1925) e Igor Stravinski (1882-1971), quien conoció a Debussy en el verano de 1910— y, sobre todo, abundantes citas de los escritos del propio Debussy, lo que nos permite tener un mejor y más íntimo acercamiento a su personalidad y a su música.
Además de la exquisita interpretación pianística hecha por un inspiradísimo Daniel Barenboim que pasa con admirable habilidad de la desoladora tristeza de Des pas sur la neige a la inquietante atmósfera de Ce qu’a vu le vent d’ouest y luego a la plácida dulzura de La fille aux cheveux de lin, o de los vigorosos acentos españoles de La sérénade interrompue al marcado carácter juguetón de Minstrels, amén de hacer entrega de una soberbia versión de La cathédrale engloutie, en este tan sencillo como logrado documental también podemos escuchar fragmentos del Preludio a la siesta de un fauno en la versión de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart bajo la dirección de Georges Prêtre (1924-2017), Nuages (primero de los tres Nocturnos) en la interpretación de la Orquesta Filarmónica de Berlín bajo la dirección de Claudio Abbado (1933-2014) y la Sonata para flauta, viola y arpa, interpretada por Anna Garzuly-Wahlgren (flauta), Karl Johann Suske (viola) y Cornelia Smaczny (arpa). Póngase cómodo nuestro amable lector y deléitese con la música de Claude Debussy entre quatre-z-yeux.