La trayectoria biográfica del compositor estadounidense Charles Ives (1874-1954) es sorprendentemente extraña. Recibió una sólida formación musical en su juventud: estudió órgano y composición en la universidad de Yale y se graduó en 1898 pero, a partir de ese año, se trasladó a Nueva York e inició su carrera en una compañía de seguros. En 1907, junto con un amigo, forma su propia y muy exitosa agencia de seguros. Dedica largas horas de trabajo a su negocio y a la composición musical y sufre un serio deterioro en su salud.
Trabajó en una segunda sinfonía desde 1900 a 1902 y en una tercera de 1904-11; Gustav Mahler se interesó por esta última pero falleció antes de poder dirigirla. La época de máxima creación musical de Ives fue muy intensa de 1910 a 1918 y trabajaba varias obras a la vez. Enfermó gravemente del corazón en 1918 y, gradualmente, se vio obligado a disminuir su ritmo de trabajo, jubilándose en 1930. Murió en 1954
Ives compuso muy poco después de 1917 y dedicó el resto de su vida a revisar sus obras lo cual contribuyó al estado caótico de sus manuscritos y a la dificultad en ejecutarlas. Su música es altamente sofisticada y se deleitaba en señalar que la mayoría de sus obras las había escrito antes de Stravinski y Hindemith los cuales, según algunos de sus críticos, habrían influido en su obra.
La yuxtaposición de elementos incongruentes como las tradicionales marchas militares para bandas, jazz, himnos religiosos, escalas dodecafónicas, canciones populares e infantiles, politonalidad, poliritmos, clusters y hasta procesos aleatorios están presentes en su música; investigadores de su obra han identificado más de 170 fuentes distintas. Muchas de sus obras anticipan procesos innovadores y radicales que fueron adoptados por los músicos de la vanguardia en décadas posteriores.
El musicólogo Francisco Ramos señala que “con la multiplicidad de sonidos, Ives no alaba ningún mundo hermoso, no celebra la existencia de un universo regido por un ordenamiento ideal, sino que nos propone el contradictorio y caótico mundo que el artista observa a su alrededor. La música de Ives viene dictada por la misma multiplicidad y diversidad de la experiencia humana y que, en ningún caso, se siente movida por los códigos de una vanguardia que ni el propio compositor imaginaba que existiera”.
Su vasto repertorio abarca obras orquestales, corales, música de cámara y para piano solo.
Fuentes: Michael & Joyce Kennedy, Oxford Dictionary of Music, Oxford U. Press, 2013; Francisco Ramos, La música del siglo XX, Madrid, Turner Música, 2013.