Guionista, productor y director de cine, el estadounidense Andrew L. Stone (1902-1999) dirigió a lo largo de su carrera una treintena de películas en las que abordó los más diversos géneros: drama, comedia, misterio, aventura, romance, suspenso, acción y, por supuesto, biografías. En las tres únicas ocasiones en que abordó el cine biográfico, Stone se centró en figuras del mundo de la música de concierto: el director de orquesta y compositor de operetas estadounidense de origen irlandés Victor Herbert (1859-1924) en El gran Victor Herbert (1939), el pianista y compositor noruego Edvard Grieg (1843-1907) en Canción de Noruega (1970) y el compositor austriaco Johann Strauss hijo (1825-1899) en El gran vals (1972), que además fue la película con que se retiró del séptimo arte.
Canción de Noruega, también conocida como Canción del sol de medianoche, es una extravagante película basada en el espectáculo musical Song of Norway, con música de Edvard Grieg adaptada por los letristas Robert Wright (1914-2005) y George Forrest (1915-1999) y con libreto del guionista Milton Lazarus (1898-1955), a su vez adaptado de la obra teatral homónima escrita por el dramaturgo Homer Curran (1885-1952).
Con una narrativa bastante errática que mezcla sin el menor orden cronológico algunos de los sucesos más importantes en la vida de Edvard Grieg, Canción de Noruega explica a trompicones los esfuerzos del compositor por encontrar una inspiración propia y hacer que su música sea apreciada en su justo valor, entremezclándolos con una telenovelesca subtrama en la que Therese Berg, una adinerada ex compañera de estudios en el Conservatorio de Leipzig que está enamorada de Grieg, consigue que su padre organice un concierto en Estocolmo para lucimiento del joven artista a condición de renunciar a su amor. El concierto es todo un éxito y Grieg viaja a Copenhague, donde se casa —para escándalo de todos— con su prima, la soprano Nina Hagerup (1845-1935), y conoce al malogrado compositor Rikard Nordraak (1842-1866), quien se convertirá en su mejor amigo y despertará en Grieg el interés por la música folclórica noruega como inspiración creativa. Edvard y Nina se trasladan a Oslo (entonces todavía llamada Cristianía), donde el compositor espera ser nombrado director de la orquesta de la Sociedad Filarmónica. Sin embargo, su solicitud es rechazada y Grieg tiene que ganarse el sustento dando clases de piano. Para empeorar las cosas, un concierto ofrecido por Grieg (y financiado en secreto por Therese) fracasan estrepitosamente. Por si fuera poco, a Therese se le ocurre comprar un piano para Grieg, lo cual enfurece a Nina, quien había estado ahorrando para hacerle ese regalo a su marido. Agobiado, Grieg está a punto de darse por vencido. Y es entonces cuando recibe una alentadora carta del mismísimo Franz Liszt (1811-1886), quien ha quedado encantado con la Sonata para violín del joven compositor noruego. Entonces Grieg utiliza esa carta para pedir una beca que le permita viajar a Roma (la cual le es concedida gracias a la intervención de Therese). Así, el compositor se traslada a la capital de Italia, donde conoce a Franz Liszt, trabaja con el dramaturgo Henrik Ibsen (1828-1906) en la creación de la música incidental de Peer Gynt… y vuelve a encontrarse frente a frente con Therese.
Filmada en unos colores bastante pastelosos y chillones que dan al traste con la belleza de los impresionantes fiordos noruegos, Canción de Noruega está protagonizada por el actor noruego Toralv Maurstad (inexpresivo a más no poder) como Edvard Grieg, la actriz estadounidense Florence Hendeson (mejor conocida como la señora Brady en la serie de televisión La tribu Brady) como Nina Hagerup, la actriz sueca Christina Schollin como la imbatible Therese Berg y el actor estadounidense Frank Porretta como un entusiasta Rikard Nordraak. Completan el reparto el legendario actor estadounidense Edward G. Robinson como el anciano vendedor de pianos Krogstad, el gran cómico británico Harry Secombe como el escritor Bjørnstjerne Bjørnson (1832-1910) —autor, junto con Rikard Nordraak, del Himno Nacional de Noruega—, el actor alemán Frederick Jaeger como Henrik Ibsen y el actor y escritor inglés Henry Gilbert como Franz Liszt. La música de esta película fue interpretada por la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la dirección de Roland Shaw (1920-2012), con la participación al piano de John Ogdon (1937-1989) y su esposa, Brenda Lucas (1935).
Pero no olvidemos que se trata de una película musical, y es aquí donde las cosas se ponen feas: lo que Robert Wright y George Forrest (los letristas mencionados en el segundo párrafo de este texto) hicieron fue tomar algunas obras de Edvard Grieg y “convertirlas” en canciones, a cuál más boba e incoherente, que además poco o nada tienen que ver con lo que sucede en la pantalla. Peor aún, son los propios protagonistas quienes cantan y bailan a la menor provocación, pero de la manera más torpe y desangelada posible. Por otra parte, la nula habilidad del equipo técnico no ayuda en nada y hace que cada número musical sea una verdadera tortura. Además, estos horrores se encuentran aderezados con escenas de dudoso gusto —como la curiosa secuencia mitad animación y mitad live action que ilustra el famosísimo segmento En la gruta del rey de la montaña de Peer Gynt— y de la cursilería más insufribe —como el momento en que Grieg, Nina y Nordraak se juran amistad eterna con el sol de medianoche como fondo—. Visto fríamente, lo cierto es que también de esos años son musicales como Piel de asno (Jacques Demy, 1970), El novio (Ken Russel, 1971) y Cabaret (Bob Fosse, 1972), y —si somos sinceros— frente a películas como éstas Canción de Noruega no sale bien librada.
Finalmente, la cereza de este estrafalario pastel, la única versión completa de Canción de Noruega que pudimos encontrar incluye unos enormes subtítulos en coreano que esperamos no incomoden a nuestro amable lector. Agradecemos su comprensión.