El pequeño Christoph pasa por una situación difícil: su padre tiene poco de haber muerto y dejó a la familia en una situación económica precaria. Por ello, su madre se ve obligada a alquilarle el piso de arriba —ese espacio donde el adorado progenitor tenía su estudio— a un hombre que, según dice el tío Karl, es un gran compositor. De acuerdo con el tío Karl, Christoph debería sentirse orgulloso de tener el privilegio de alojar bajo su techo nada más y nada menos que al mismísmo Ludwig van Beethoven (1770-1827), pero para el niño el músico es una especie de demente que tiene las más excéntricas exigencias, se pasa las noches aporreando el piano y parece estar siempre perdido en sus pensamientos y de mal humor. Sin embargo, pronto las circunstancias harán que Christoph termine entablando una entrañable amistad con Beethoven, quien —ya prácticamente aislado del mundo exterior por la sordera— se encuentra trabajando febrilmente en su Novena sinfonía, estrenada tres años antes de su muerte.
Esta es, a grandes rasgos, la trama de Beethoven vive en el piso de arriba (David Devine, 1992), disfrutable mediometraje televisivo canadiense dirigido al público infantil en el que —a través de los ojos del pequeño protagonista, quien aprenderá que no se debe juzgar a las personas por la primera impresión y cuya vida sufrirá un profundo cambio a raíz de su encuentro con el otrora temido inquilino— se nos presenta, sin dejar de reconocer su inigualable genio, a un Ludwig van Beethoven de carne y hueso, con virtudes y defectos, quien también descubre —para su asombro— que tiene más cosas en común con su pequeño arrendador de las que pudiera imaginar.
En los papeles protagónicos de Beethoven vive en el piso de arriba se encuentran el actor escocés Neil Munro como un espléndido Ludwig van Beethoven y el actor canadiense de ascendencia ucraniana Illya Woloshyn como Christoph. Completan el reparto la actriz inglesa Fiona Reid como la madre de Christoph, el actor canadiense Albert Schultz como el tío Kurt y la actriz canadiense Sheila McCarthy como Sophie, la sirvienta. Cabe mencionar que David Devine repitió la fórmula de esta exitosa película en El sueño de Bizet (1994), El fantasma de Rossini (1996) y otro puñado de trabajos donde un niño entabla relación con algún importante personaje histórico en un momento crucial de sus vidas.