Genio incomprendido y desacreditado, víctima de alcoholismo y depresión: su música fue criticada por muchos e incluso corregida por quienes creían que sus obras, demasiado experimentales y ásperas, no respondían a ninguna lógica estética sino a su propio desorden mental y emotivo. Hijo de un rico terrateniente del sur de San Petersburgo, su vida se fue arrastrando por cuarenta y dos años, desde 1839 hasta 1881, derrota tras derrota, dejando la ciudad por el campo, la carrera militar por un trabajo administrativo inestable e insatisfactorio en la provincia rusa, hasta llegar al final de su vida en la soledad, la pobreza y el desequilibrio de un hospital ruso. En su rostro, así como hoy lo conocemos gracias a las pocas fotos y al célebre retrato pintado por Il’ja Efimovič Repin, se materializa el retrato de un compositor severo e inquieto, maltratado por la vida y por sí mismo, extraordinariamente moderno con sus conflictos, traumas, depresiones, y eternas soledades y al mismo tiempo lejano, digno representante de esa Rusia provincial que el occidente imaginaba salvaje, indómita y vulgar como su propia música.
De los miembros del ‘Grupo de los Cinco’, Mussorgsky fue, sin lugar a duda, el más rebelde y revolucionario: el más reacio a seguir las reglas y el gusto aficionado de figuras como Borodin, el interés ideológico de Balakirev y la fantasía compositiva de Rimski-Korsakov, cada vez más atenta a la dimensión fabulosa y mítica del mundo ruso ortodoxo. Mussorgsky, al contrario, buscaba su patria a través de un enfrentamiento concreto e incluso traumático con la realidad y sus nudos, a través de una música irregular, severa y austera. Mussorgsky concebía el lenguaje musical como un instrumento para explorar y representar la verdad del ser humano y del mundo ruso, desde su pasado más oscuro hasta las melodías de los campesinos de su tierra. Sus formas predilectas fueron la ópera, el poema sinfónico y la canción, es decir, formas en donde la música podía acercarse a una dimensión iconográfica y narrativa más explícita. Sin embargo, las representaciones musicales de Mussorgsky fueron más allá de la dimensión didascálica para buscar una profundidad más expresiva y, según algunos musicólogos, incluso crítica (aunque no siempre clara y coherente en sus contenidos) hacia los contextos de su tiempo.
Fuente: Francesco Milella para Música en México