Un gran amor de Beethoven

Un gran amor de Beethoven

En 1936 el cineasta francés Abel Gance (1889-1981) —pionero del cine mudo y director de importantes películas como Yo acuso (1919), La rueda (1923) y la monumental Napoleón (1927)— dirigió el drama biográfico Un gran amor de Beethoven, espléndido trabajo que toma como punto de partida los intereses amorosos del genio de Bonn y algunas de sus luchas personales, sobre todo aquellas relacionadas con el proceso de creación artística y, por supuesto, su progresiva sordera, para ofrecer un retrato de Beethoven como héroe torturado en la mejor tradición del romanticismo literario alemán. 

Carente de rigor histórico, la novelesca trama inicia en la Viena de 1801, donde somos testigos del amor que por Ludwig van Beethoven (1770-1827) sienten dos de sus alumnas: Teresa Brunszvik (1775-1861) y Giulietta Guicciardi (1782-1856). Aunque Teresa ama apasionadamente al impetuoso compositor, sus sentimientos no son correspondidos porque él está perdidamente enamorado de Giulietta, que es identificada de este modo como la misteriosa amada inmortal. Sin embargo, presionada por su familia, Giulietta decide hacer a un lado a Beethoven para casarse con el conde Wenzel Robert von Gallenberg (1783-1839). Pronto se arrepentirá de su decisión e intentará recuperar al músico, pero para entonces él y Teresa ya están comprometidos. Desafortunadamente,  los primeros síntomas de la sordera no tardarán en aparecer dentro de la vida del compositor, y con ellos llega una profunda depresión que incluso lo hará pensar en el suicidio. Sin embargo, Beethoven se aferrará tenazmente a la creación artística como medio de salvación, y en esta entrega al arte lo acompañarán devotamente Teresa y un puñado de amigos, entre los que se encuentran Anton Felix Schindler (1795-1864) y Nikolaus Zmeskall (1759-1833) . Pero el camino de Beethoven aún está lleno de escollos: su inmenso cariño por un sobrino malagradecido y abusivo, la pobreza y —principalmente— el doloroso aislamiento en que lo encierra la sordera.

Realizada pocos años después de la transición del cine silente al sonoro, en esta película resulta especialmente notable el fascinante uso que Abel Gance hace del sonido y de la música de Beethoven. Fiel a la inquietud experimental que lo caracterizó desde sus primeros trabajos, en Un gran amor de Beethoven el cineasta desarrolla —sobre todo en las escenas donde el angustiado compositor sufre los efectos de la sordera— una especie de banda sonora subjetiva en la que contrapone el punto de vista sonoro normal (por llamarlo de alguna manera) y el punto de vista sonoro del compositor, con lo que logra conmovedores momentos como aquel en que, posados en una rama, un grupo de pajarillos cantan alegremente ante un Beethoven incapaz de oírlos. Más interesante aún es el hecho de que Gance enfatiza la importancia de la música por medio de las imágenes (y no al revés, que es como suele hacerse en las producciones cinematográficas estándar). Así, por ejemplo, en la memorable secuencia del Testamento de Heiligenstadt, donde somos testigos de una tremenda tormenta que azota un viejo molino dentro del cual se encuentra el compositor (metáfora del artista azotado por un entorno inclemente). Aquí, Gance suprime la asociación lógica existente entre los elementos visuales —el molino, la naturaleza, los relámpagos, las manos que tocan frenéticamente el piano— y sus sonidos para simplemente dejar que la música (primero el segundo movimiento de la Quinta Sinfonía y luego el cuarto movimiento de la Sexta) inunde los sentidos del espectador.

Si bien la película acusa las limitantes técnicas propias de su época, es un verdadero placer ver al gran actor Harry Baur (1880-1943) encarnar con singular intensidad a un Ludwig van Beethoven consumido por el fuego de su enorme genio, aunque no posea ninguna semejanza física con el compositor. Completan el reparto Annie Ducaux  (1908-1996) como Teresa Brunszvik, Jany Holt (1909-2005) como Giulietta Guicciardi, el legendario actor, mimo y director teatral Jean-Louis Barrault (1910-1994) como Karl van Beethoven, Jean Debucourt (1894-1958) como el conde Wenzel Robert von Gallenberg, Gaston Dubosc (1861-1941) como Anton Schindler, Lucas Gridoux (1896-1952) como Nikolaus Zmeskall y el comédien Dalméras en una breve aparición como Franz Schubert. Louis Masson (1878-1957) se encarga de hacer la adaptación de la selección de obras de Beethoven que se escuchan a lo largo del filme, cuya interpretación corre a cargo de la Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de Paris bajo la batuta de Philippe Gaubert (1879-1941). Como solista al piano aparece mencionado un tal Lucas (¿?), y en el órgano se encuentra nada más y nada menos que Marcel Dupré (1886-1971).

Por desgracia, la única copia de Un gran amor de Beethoven que pudimos encontrar se encuentra en su idioma original, francés, sin subtítulos. Esperamos que esto no sea impedimento para que nuestro amable lector disfrute uno de los trabajos más destacados de Abel Gance.

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