Tiempos complejos. La situación anímica de muchos sectores alcanza un estatus crítico: sin ingresos, o muy mermados, y confiando a ciegas en que la vacuna sea la salvadora de la situación. Sin embargo, junto a estos, coexisten sectores que están viviendo una segunda edad dorada cuando el resto se hunde. La pandemia, y las diversas modalidades de confinamiento, han generado el despertar del interés por la guitarra eléctrica, tanto para su adquisición como para su compra. Y eso a pesar de que, hasta hace unos meses, las grandes marcas auguraban un año desastroso en ventas.
La fiebre por comprar guitarras eléctricas ha llegado hasta tal nivel que incluso el New York Times le ha dedicado un artículo «Guitars are back, baby!». Las grandes casas de guitarras eléctricas no se explican el boom que están recibiendo de pedidos. La demanda no deja de crecer. Incluso reconocen que la oferta no puede absorber todas las peticiones. Esta situación insólita, cuando el resto del sector musical subsiste como puede sin actuaciones ni grandes lanzamientos, ha sorprendido a todos los expertos. Fender y Gibson se han visto superadas.
Si bien los expertos y tiendas de guitarras eléctricas online remarcan que han sido los meses de abril y mayo los de mayor demanda, también reconocen que desde 2018, el sector de la venta de guitarras eléctricas había notado una variación. Mientras la guitarra clásica queda más relegada, la eléctrica parece haber encontrado su público.
Durante los dos últimos años, el perfil de comprador de guitarras eléctricas se ha encasillado: habitualmente hombre, joven, de entre 30 y 45 años, con un poder adquisitivo medio-alto, con o sin hijos y estabilidad laboral. En la música y el aprendizaje de la guitarra eléctrica encuentran una vía para desarrollar su hobby o bien retoman una faceta, la musical, postergada durante años.
La pandemia, y los diversos confinamientos que ha generado, han impulsado un salto cualitativo y cuantitativo en las ventas de guitarras eléctricas. Desde mayo, incluso las guitarras clásicas y acústicas han triplicado sus ventas, aunque sin llegar al nivel de demanda que han generado las eléctricas. Y eso a pesar de que, a diferencia de las primeras, éstas requieren de una mayor inversión (amplificadores, entre otros gastos asociados).
¿Por qué los jóvenes y millenials no demandan este tipo de producto si son los que más música escuchan y mayor creación audiovisual generan? Esta es una de las grandes incógnitas que están estudiando los especialistas. Se da una gran contradicción entre el hecho de que los jóvenes que están volcando gran contenido de audio en las redes, apenas se interesan, aún, por este tipo de productos.
Para los propietarios de tiendas especializadas, la razón hay que buscarla en el tipo de música que consumen: mayoritariamente trap o reggaetón, donde lo electrónico puro tiene más peso que lo acústico.
En cambio, quienes demanda clases de guitarra eléctrica o comprar una guitarra eléctrica tienden a ser millenials de primera generación, aquellos que vivieron los grandes momentos del rock de los años ochenta y noventa, y que, en cierto sentido, tocar la guitarra es una actividad nostálgica. En este sentido, incluso se está registrando un incremento en la demanda de mujeres que no ocultan su talento con la guitarra eléctrica.
En términos generales, el público demandante de guitarras eléctricas dispone de tiempo para tocarla y dedicarlo a su pasión. Muchos, sin embargo, dudan de que esta tendencia se mantenga sostenida en el tiempo, y la catalogan de moda. Para otros, por el contrario, los datos mantenidos en el último trimestre demuestran que, si bien la explosión en las ventas se produjo en el confinamiento, estos meses el crecimiento se ha mantenido.