Casta Diva

Casta Diva

En 1935 el cineasta italiano Carmine Gallone (1885-1973) dirigió la primera versión de Casta Diva, modesta película en blanco y negro protagonizada por el actor italiano Sandro Palmieri, la actriz austrohúngara Mártha Eggerth y la soprano italiana Bruna Dragoni, y cuya trama (totalmente inventada) se centra en el melodramático amor imposible entre el talentoso y aún desconocido compositor Vincenzo Bellini (1801-1835) y Maddalena Fumaroli (?-1834), una chica napolitana para quien el joven músico escribe el aria Casta diva, que más tarde será incorporada a Norma, ópera que Bellini, ya en el pináculo de la fama, escribe para lucimiento de la famosa soprano Giuditta Pasta (1797-1865), quien a su vez compite con Maddalena por el amor del compositor…

Casta Diva (1935)

Como era costumbre en la época, Gallone rodó de manera simultánea la misma película pero dirigida al público de habla inglesa, con el título de The Divine Spark. Mártha Eggerth repitió el papel de Maddalena Fumaroli, pero Sandro Palmieri y Bruna Dragoni fueron sustituidos, respectivamente, por el actor estadounidense Phillips Holmes como Vincenzo Bellini y la actriz inglesa Benita Hume como Giuditta Pasta. También el resto del elenco italiano fue sustituido por actores angloparlantes. Diecinueve años después, en 1954, el controvertido realizador [que pasó a la historia del cine por Escipión, el africano (1937) —cinta utilizada por el régimen fascista como estandarte propagandístico— y por sus abundantes películas inspiradas en el mundo de la ópera —Verdi (1938), Puccini (1953), Manon Lescaut (1940), Rigoletto (1946), entre muchas otras—] volvió a filmar, ahora en vibrante technicolor y con una fastuosa producción, la vida de Vincenzo Bellini desde el punto de vista de sus relaciones amorosas, utilizando para ello el mismo argumento de la versión de 1935, escrito por el guionista austriaco Walter Reisch (1903-1983). 

La historia inicia en el Regio Teatro di San Carlo, en Nápoles, la noche del 18 de abril de 1819. Entre los espectadores de un concierto ofrecido por el gran violinista y compositor Niccolò Paganini (1782-1840) se encuentra un joven que no muestra más emoción que una despectiva sonrisa, lo cual —como era de esperarse— llama la atención del egocéntrico artista. Una vez en los camerinos, Paganini exige que el burlón joven sea llevado ante su presencia y sostiene con él una interesante plática en la que nos enteramos de la razón del desdeñoso gesto y de que el joven es un estudiante de música llamado Vincenzo Bellini. Poco tiempo después, Bellini se gradúa en el Real Collegio di Musica di San Sebastiano y —según la tradición de la escuela— es invitado a almorzar en casa de una importante figura pública de Nápoles. Pero Domenico Fiorillo, amigo de nuestro protagonista, tiene un interés particular en presentarse en esa casa, así que intercambia familia con Bellini. De esta suerte, el joven compositor termina presentándose en casa del juez Fumaroli, donde conoce —primero en retrato y luego en persona— a Maddalena, la hermosa hija del magistrado, que está prometida en matrimonio al rico aristócrata Ernesto Tosi. Por supuesto, Bellini se enamora de Maddalena, y en un arranque de apasionada inspiración escribe para ella un aria: Casta diva. La chica también queda prendada del músico, pero pronto se da cuenta de que Bellini está destinado a la fama, y que si ella acepta corresponder a su amor lo único que conseguirá será ahogar su sueño de convertirse en un gran compositor. Así, con todo el dolor de su corazón, Maddalena opta por alejarse y obliga a Bellini a aceptar un espléndido trabajo en el Teatro di San Carlo que el joven había rechazado poco antes solo para permanecer a su lado. Y es en el Teatro di San Carlo donde él conoce a la soprano Giuditta Pasta, entonces ya una de las grandes figuras del bel canto italiano. Enamorada del joven compositor, la cantante parte con él a Milán, donde utilizará su fama para ayudarlo a alcanzar el tan anhelado prestigio dentro del mundo operístico. También en esa ciudad Bellini conoce a Gaetano Donizetti (1797-1848) [en la versión de 1935 era Gioachino Rossini], con quien desarrolla una curiosa relación de mutua admiración-rivalidad que llevará a este último a componer Lucia di Lammermoor (1835). Uno tras otro, los triunfos se acumulan en la carrera de nuestro protagonista, quien estrena con gran éxito Il Pirata (1827) y luego La sonnambula (1831). Pero Norma (1831), su ópera más ambiciosa y en la que ha volcado toda su esencia como artista, resulta un fiasco la noche de su estreno. Sin embargo, Maddalena —quien ha seguido de lejos, sufriendo en silencio, los logros de su amado y de Giuditta Pasta— sabe que tiene en sus manos la pieza clave que puede convertir Norma en un clamoroso triunfo, aunque para ello tenga que entregar a su rival la valiosa ofrenda de amor que Bellini le hizo en su momento…

Por supuesto, Casta Diva (en sus dos versiones) es una película que sacrifica la precisión histórica en beneficio del melodrama romántico. Es cierto que el amor de juventud de Vincenzo Bellini fue Maddalena Fumaroli, de quien era maestro de música, pero cuando el padre de la chica se percató del romance que estaba teniendo lugar frente a sus narices prohibió a Bellini volver a su casa porque no estaba dispuesto a que su hija fuera esposa de un “aporreador de pianos”. Al principio el joven compositor se obstinó en obtener la mano de Maddalena, pero una vez que se marchó de Nápoles y empezó a cosechar sus primeros triunfos operísticos en Milán se desinteresó de ella. Pronto empezó a verse envuelto en los más variados líos de faldas, de los que quizá el más conocido fue el que protagonizó con la celosísima Giuditta Turina, esposa de un acaudalado comerciante y terrateniente. Por otro lado, aunque en la película vemos a Bellini reconociendo desde su palco en el Teatro Carcano de Milán las virtudes de la Lucia di Lammermoor de Donizetti, lo cierto es que esta ópera se estrenó en el Teatro di San Carlo de Nápoles el 26 de septiembre de 1835, tres días después de la muerte de Vincenzo Bellini. Inexactitudes espaciotemporales aparte (de las cuales esta es una de las más notorias), también sabemos que Casta diva no fue agregada a Norma después de su estreno, sino que todavía unos días antes, en los ensayos, Giuditta Pasta seguía quejándose a Bellini de que se trataba de un aria no adecuada para su rango vocal.

Pero el objetivo no es desalentar al amable lector, porque Casta Diva es una película entretenida y ampliamente disfrutable. A la espléndida adaptación musical de obras de Bellini, Donizetti y Paganini hecha por el compositor Renzo Rossellini (1908-1982) —hermano del cineasta Roberto Rossellini— e interpretada por la Orquesta y el Coro del Teatro de la Ópera de Roma bajo la dirección del maestro Oliviero De Fabritiis (1902-1982) se aúnan excelentes puestas en escena en los teatros donde las óperas fueron estrenadas originalmente y un espléndido reparto que, salvo la insípida e inexpresiva Maddalena Fumaroli de la actriz y cantante italiana Antonella Lualdi (Crónica de los pobras amantes, Rojo y negro), aborda sus personajes con singular entusiasmo: el actor francés Maurice Ronet —todavía lejos de convertirse en el protagonista de Ascensor para el cadalso (1958) y El fuego fatuo (1963), dos de las obras maestras del cineasta francés Louis Malle— da vida a un carismático Vincenzo Bellini de sorprendente parecido físico, papel que repitió en Casa Ricordi, película dirigida por Carmine Gallone en ese mismo año, y la actriz rumana Nadia Gray (Puccini, Casa Ricordi, La dolce vita) encarna a una Giuditta Pasta de seductora y elegante presencia. Completan el elenco Fausto Tozzi (Casa Ricordi, Ángeles de manos negras) como Gaetano Donizetti, Renzo Ricci (L’avventura, Viva Italia) como el juez Fumaroli, Jean Richard (Elena y los hombres, La guerra de los botones) como Domenico Fiorillo y Danilo Berardinelli como Niccolò Paganini.

Desafortunadamente, las únicas copias de ambas versiones de Casta Diva que podemos ofrecer a nuestros espectadores se encuentran habladas en su idioma original, italiano, sin ningún tipo de subtítulos. Esperamos que eso no sea impedimento para disfrutar estas películas. 

Casta Diva (1954)

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